Valle de Casablanca

Entre los Andes y la cordillera de la Costa se extiende el fresco Valle de Casablanca, a unos 60 kilómetros de Santiago a un costado de la ruta 68 que une la capital con Valparaíso. La cercanía del mar influye en el clima, lo que se traduce en humedad permanente debido a la niebla matinal. Los suelos son por naturaleza muy arcillosos y ricos en minerales descompuestos, provenientes del derretimiento de la nieve de los Andes. Las condiciones son ideales en esta zona especialmente para las uvas blancas que maduran lentamente, es por ello que casi las tres cuartas partes de los cultivos fueron destinados a la cepa chardonnay. Otras cepas características del Valle de Casablanca son el sauvignon blanc, el pinot noir y el Merlot. La cepa del riesling, que en Chile se encuentra raramente, también crece aquí. En total, la superficie plantada alcanza las 4.000 hectáreas. Esta región comenzó a ser explotada recién a comienzos de los años ochenta, cuando el enólogo Pablo Morandé comparó los suelos arcillosos y el clima húmedo costero, con las condiciones que conoció en California. Hoy en día existen en el Valle de Casablanca, junto a la producción de vinos de exportación de alta calidad, los primeros proyectos chilenos para la producción de vinos orgánicos.

El turismo del vino en el Valle de Casablanca se ha desarrollado rápidamente, debido a que la Ruta 68 es transitada por casi todos los turistas, que visitan Chile. Viñas como Morandé, Santa Rita, Veramonte, Concha y Toro, Santa Emiliana o Santa Carolina abren sus puertas para los visitantes y ofrecen degustaciones de vino, paseos en coches de caballos tradicionales y almuerzos en restaurantes de primera clase. Dentro de esta oferta, el restaurante de vinos “House of Morandé”, es una visita obligatoria para todos los gourmets y aquellas personas aficionadas a la comida exquisita. Aquí un chef de cinco estrellas prepara inolvidables creaciones con carne de jaibas, jabalí o ajos traídos desde Chiloé. Otra visita interesante es la bodega de la Viña Indómita, ubicada en una cima de la cordillera de la Costa, que por su construcción y aspecto recuerdan a un castillo del vino, y que sus terrazas ofrecen una magnífica vista a los viñedos del valle. Además el viento fresco del Pacífico y el gran tamaño de las letras que forman el logotipo “Viña Indómita”, dan la impresión a los visitantes de estar en Hollywood.

Pero también pequeñas románticas bodegas marcan la pauta. Es así como en la Viña Puro Caballo se cultivan las tradiciones chilenas, y ofrece un espectáculo en el que se puede admirar la destreza de los huasos chilenos y sus caballos de silla. El restaurante de la Viña Casas del Bosque ubicado en la antigua Hacienda Santa Rosa en Casablanca invita a los paladares mimados a disfrutar menús pequeños, pero excepcionalmente finos. La última atracción del turismo del vino en Chile la constituye la “Ruta Aérea del Vino”: Los visitantes sobrevuelan en avionetas los viñedos de los Valles de Casablanca y del Maipo y hacen paradas en conocidas viñas para almorzar y realizar recorridos guiados.