Valle de Aconcagua

A unos 100 kilómetros al norte de Santiago pasa el río Aconcagua, a través del valle central de cordillera a mar. El río Aconcagua nace en la montaña del mismo nombre, la que con casi 7.000 metros de altura es la cima más alta de Los Andes, para luego desembocar en Valparaíso, en el Océano Pacífico. El Valle de Aconcagua ofrece condiciones climáticas ideales para el cultivo de cepas, con días calurosos y noches frescas-húmedas. Los suelos son arenosos y pedregosos, con sedimentos fluviales ricos en minerales y material orgánico. Con respecto a la producción de vino, ésta comenzó en el año 1870, y si bien es cierto que se cultivan diversas cepas como cabernet sauvignon, merlot y cabernet franc, es el syrah de Viña Errázuriz el que alcanzó fama. A pesar de que la superficie cultivada apenas sobrepasa el 10%, el syrah es considerado el vino emblemático del Valle de Aconcagua.

Turistas interesados en el vino encontrarán aquí una rica variedad de bodegas y viñedos menores. Por un lado, se puede visitar la Viña Errázuriz dotada de modernas instalaciones de alta tecnología y por otro lado se pueden observar las viejas máquinas artesanales con las que la Viña Sánchez de Loria todavía produce licores de vino. En el último tiempo se emprendió un nuevo proyecto turístico, que ofrece a los amantes del vino la posibilidad de viajar desde el Valle de Aconcagua a la región vinícola argentina de Mendoza, a través del paso fronterizo internacional.

El Valle de Aconcagua ofrece, además, otras actividades turísticas muy diversas: amantes del esquí encuentran un paraíso en el centro de deportes de invierno Portillo, ubicado en la cordillera de los Andes; montañistas pueden aventurarse a subir el cerro Aconcagua de 6.962 metros de altura y los amantes del kayak pueden entrar en acción en la laguna del Inca. Por último, los visitantes pueden observar petroglifos precolombinos, albergados en los viñedos de la Viña San Esteban.